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ISSN 1989-4163

NUMERO 70 - FEBRERO 2016

El Fango

Julio Soler

 

                                             “ I was dancing when I was eight
                                                                                                                                        Is it strange to dance so late?” (Cosmic Dancer,T.Rex)

Ha llovido mucho, muchísimo. Ha diluviado en nuestro parque. Todo el agua se ha deslizado por la superficie lúdica y funcional del tobogán incrementando el caudal de una manera exponencial y a una velocidad vertiginosa. Sin necesidad de avituallarse en ningún tramo. ¿Qué incentivará a la furia de ese agua impasible e implacable ante leyes y papeles  a precipitarse, a desparramarse en caída libre de esa manera tan desesperada por este nuestro tobogán ?A sus pies ha creado un charco tan enorme del que no se sabe su profundidad. Ni siquiera tú ni yo, únicos habitantes y practicantes de este nuestro parque.

La suma de nuestros años es 17, tras realizar la criba de Eratóstenes comprobamos que es un número de los llamados primos. Y eso es lo que somos, primos. Tú prima de ocho años y yo primo de nueve. Tanto tanto recuerdo tanto tanto cuando de pequeños nos bañaban, perfumaban y ungían juntos en casa de nuestra pareja de tíos favorita, el tío Jazmín y la tía Flor de Loto. Brotaban aromas antiguos y la espuma del gel milagroso a veces nos hacía rozar nuestras bocas.

Y ahora, prima, recién enjaulada la tormenta, nos vemos citados  al final del tobogán, en su desembocadura. Como esfinges egipcias no sedentes del Imperio Medio. Hieráticas. Con los brazos pegados al cuerpo sin poder de reacción. Mirándonos de frente, fijamente, sin atrevernos tampoco a descargar el arma de nuestra mirada apuntando implacablemente la del otro. El primero en desviar el tiro de nuestros ojos pierde. Por telepatía genética de esa de  primos que se atraen, yo sé lo que tú piensas, lo que tú anhelas y tú sabes lo que yo anhelo, lo que yo pienso. Comunicación muda, pero al fin y al cabo comunicación. En ese  confuso y leve límite de la comunión. Por eso yo soy tu ventrílocuo y tú la mía. No hace falta mover nuestras bocas para medir la dosis de nuestros deseos. Compartimos posología.

¿Te tiras primero al charco tú o yo? Bueno, lo decidimos más tarde cuando nos traigan las toallas.

Y ahora sé que lo que estás pensando porque yo pienso lo mismo. El recuerdo de aquella vez cuando nuestros pies ya empezaban a rozar, erosionar la tierra cuando nos columpiábamos o aquella vez en el circo que nos abrazamos cuando percibimos el ruido afilado y consentido del latigazo sobre el suelo del domador de tigres de Bengala o cuando nos quedamos solos en casa de los tíos a ver Sonrisas y lágrimas y Mary Poppins, y al irse la luz, planeamos ver una de egipcios de amor imperial, para otro día.

Y también estoy preocupado porque tú lo estás, del examen de mates, que tenemos mañana. Es lo que tiene haber nacido tú en Diciembre y yo en Enero. Vamos al mismo curso del mismo colegio y compartimos preocupaciones. Esta tarde podríamos estudiar en casa de los tíos. A ti las mates se te dan bien y me puedes ayudar y a mi la educación física y….volvamos ya nuestras miradas, ya salen nuestros tíos Jazmín y Flor de Loto con las toallas y a coro nos dicen:

-Chicos, la merienda y vamos, zambulliros juntos al charco  ya y no darle más vueltas. En el fondo solo hay fango. No os puede asustar. Agua más polvo, polvo más agua. Fango. Estudiad la propiedad conmutativa también juntos y creced, así os podréis confesar más propiedades...y también venga….besaros ya.

 

 

 

 

El fango

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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